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miércoles, 21 de mayo de 2014

John Ralston: "Para superar el colapso económico hay que volver al humanismo"


Barcelona (España), .- El escritor John Ralston Saul, considerado uno de los principales pensadores a nivel mundial, analiza en su último ensayo, "El colapso de la globalización", las causas responsables del colapso económico de Occidente, del que propone escapar con "un regreso al humanismo".


Encabezado por la chocante cita de "Todavía no puedo entender cómo ocurrió esto" pronunciada por el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan, ante la envergadura del colapso económico, el ensayo del canadiense rememora los aspectos que dieron lugar a una economía desregulada.

Mediante una estructura cronológica, John Ralson, que desde 2009 preside la asociación de escritores PEN Club Internacional, expone las bases de este nuevo paradigma basado en las teorías económicas del libre comercio propugnadas por Adam Smith que sepultaron los valores éticos y humanistas.

A pesar de que durante años la globalización produjo beneficios, "ya hace tiempo que este acercamiento a la internacionalización ha fracasado", subraya Ralston en una entrevista con Efe en Barcelona.

"Se decía -explica el pensador- que con la globalización se podían resolver los problemas de todo el mundo, que desaparecerían las fronteras y que conllevaría un continuo crecimiento. Cuarenta años más tarde está ocurriendo todo lo contrario".

Según este doctor en filosofía, reconocido por la revista Time como uno de los "profetas" de nuestro tiempo, este "fracaso" nunca ha sido admitido por los empresarios, economistas, periodistas y políticos alentadores de esta teoría que, como los aristócratas del siglo XVIII, "son incapaces de reconocer sus propios fallos, por lo que han optado por culpabilizar a toda la población".

Para Ralston Saul, uno de los primeros en alertar del debacle de la globalización a mediados de los noventa, la solución a esta situación pasa por un regreso al humanismo y un alejamiento de la idea de que la sociedad se gobierna mediante la economía.

"Para evitar extremismos, tenemos que volver hacia la idea de que la ciudadanía es la base de la sociedad", remarca el profesor canadiense, quien expone la necesidad de "cambiar de dirección social" y desbancar a todos los cargos políticos, económicos y de negocios.

Asimismo, "las antiguas ideas de crecimiento basadas en la Inglaterra del siglo XVIII ya no son válidas" por lo que, a su parecer, se debe apostar por la creación de "nuevos partidos políticos jóvenes con nuevas ideas".

En este sentido, el ensayista no cree que la actual crisis tenga que ver únicamente con un derrumbe del sistema financiero, pues se trata de "un virus" inoculado en muchas arterias de la sociedad.

Entre muchos de los síntomas de la enfermedad, destaca la creencia, entre los líderes actuales, de que "la inflación económica invisible es más real que la cultura", algo que, según el humanista "dice mucho de quiénes son y hasta qué punto el suyo es un problema de imaginación".

Por ello, si no se revierte la situación, "las cosas saldrán de control" alerta Ralston que, contundentemente, tacha la actuación de la administración europea ante el colapso de "irresponsabilidad criminal", pues la imposición de la austeridad "no está solucionando nada y solo está causando un gran sufrimiento".

La cuestión de la solidaridad y la convivencia entre los pueblos es otra de las piedras angulares de la obra del pensador, que sugiere que el fracaso de la globalización abre las puertas a un "nacionalismo positivo" basado en la vuelta a los valores humanistas, a la ética y el bien común, que reside, principalmente, en la facultad de elegir y poder decir no.

"El colapso de la globalización y la reinvención del mundo", publicado por RBA, es el último título de la obra de John Ralston Saul, que ya ha publicado cinco novelas y once ensayos, siempre girando en torno a la cuestión de la libertad de expresión, la ética y el sentido común, y descansando sobre una narrativa amena y profunda que pone siempre al hombre en el centro de su discurso. EFE

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