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lunes, 9 de junio de 2014

Crece el número de pacientes con síntomas de chikungunya

Se refleja en las emergencias de los hospitales públicos del GSD


SANTO DOMINGO. Niños en brazos, otros sentados en las piernas de sus madres o de un adulto, con fiebre, algunos con la piel enrojecida, habían semi desnudos, otros desnudos y mojados en un intento por bajarle la calentura, varios vomitaban y todos se quejaban de dolor.
Esa sensación, a la mayoría le "roba" la voluntad hasta de llorar, no se les podía tocar, porque de inmediato en sus rostros de hasta tres meses de nacidos se reflejaba una mueca que denotaba el malestar y los síntoma del virus chikungunya, que hoy sobrepasa los 53 mil casos en el país.
Las escenas se repetían en las salas de emergencias de los hospitales infantiles Robert Reid Cabral y Santo Socorro, así como en el Luis Eduardo Aybar, donde un médico debía atender casi simultáneamente hasta tres pacientes.
Los enfermos provenían de Villa Mella, Gualey, Los Tres Brazos, Guachupita, Las Américas, La Ciénaga, La Zurza y otros del Gran Santo Domingo, y en cada hogar, afirman los acompañantes, el virus le ha dado a toda la familia, integradas por cuatro y seis miembros. En la emergencia de adultos del hospital Luis Eduardo Aybar, a las diez de la mañana de ayer se habían entregado más de 92 turnos, la mayoría con síntomas de Chikungunya.
Virgen María Matos, de 65 años de edad, no podía ponerse de pie y dijo que el dolor era tan fuerte que sentía que si caminaba se podía caer. A Samanta Ambrance, de 11 años de edad, le dieron de alta médica la pasada semana a causa de un dengue hemorrágico y ayer su madre la llevó de nuevo al hospital Santo Socorro, con los síntomas de chikungunya.
Poca cooperación
En los barrios de la capital y el Gran Santo Domingo no se observa una colaboración de los ayuntamientos en las jornadas de control de la enfermedad que hacen el Ministerio de Salud Pública y otras instituciones del Estado. Las calles del Gran SD se ven con basura acumuladas y entre los barrios hay solares baldíos llenos de malezas que sirven de criaderos al mosquito transmisor de la fiebre, el Aedes aegypti. Las personas son susceptibles a contraer el virus, porque es la primera vez que ocurre.

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