BRASILIA. Mientras para Brasil el partido por el tercer puesto es una cuestión de honor, Holanda lo vive como una pesadilla innecesaria.
El histórico revolcón por 7-1 que sufrió el anfitrión ante Alemania ha sacudido el fútbol brasileño. La prensa local no deja de hablar de la humillante derrota en su propia casa. Los debates sobre el futuro de la selección y de su técnico Luiz Felipe Scolari están abiertos, pero de algún modo pospuestos a la espera del partido del sábado contra Holanda en Brasilia.
El recibimiento de la "torcida" a su selección es una incógnita. El equipo salió abucheado de Belo Horizonte el martes. El orgullo sigue herido, mientras, para colmo de males, los brasileños soportan una invasión de argentinos que llegan en masa a Río de Janeiro para seguir la final del Maracaná entre Argentina y Alemania.
Tampoco se sabe mucho de la alineación de Scolari. Se espera el regreso del capitán Thiago Silva, quien tampoco estuvo contra Alemania por sanción. Pero podría haber otras novedades. El técnico, más cuestionado que nunca, pidió a sus futbolistas concentrarse en la conquista del tercer puesto y aliviar el mal sabor de boca que dejó la goleada de semifinales.
"La vida sigue, y tenemos que apuntar a nuestra próxima meta, y nuestra próxima meta es ganar el partido por el tercer lugar", señaló Scolari. "Tenemos que jugarlo, es nuestra meta principal".
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