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lunes, 14 de julio de 2014

"MI HIJA ERA SICARIA", Ya no volvió a casa


Le digo, es que yo no sabía que tenía ese novio, bueno, a decir verdad dedicado a la delincuencia organizada; se llevó a mi hija pero conmigo está el niño que tuvo con su esposo, al cual dejó por el nuevo novio; ella tenía casa, esposo e hijo, ahora mi hija está en la cárcel, tiene 22 años, pero encerrada."


Es el testimonio de "Eva", madre de familia que salió del "ínfierno" –Monterrey, Nuevo León--, luego de enterarse de la detención de su hija por parte de elementos federales, al participar de manera directa en una balacera donde fue abatido el "novio" de la jóven.

Oficialmente se dijo que fueron dos muertos.

"Me avisaron de la judicial que mi hija estaba detenida por delincuencia organizada; se me fue el alma, yo ni idea tenía de eso, aunque sí en unas ocasiones vi que iba por ella el novio, que era mayor en edad; no me imaginé que estuviera metida en eso, es mi hija, pero acepto que cometió errores", dice la madre.

De origen humilde, "Eva", se queda sola ante la vida; la hija fue encerrada y acusada de pertenecer a la delincuencia organizada. "Sí traían armas en los carros el día de la balacera, no sé cómo se salvó, a mí me avisaron que estaba detenida."

¿Y QUÉ PASO CON LA FIESTA?

Quien ahora es considerada una mujer de la delincuencia organizada, llora dentro de las celdas, no para de llorar, apenas se está dando cuenta que fue engañada, o a lo mejor utilizada por esos señores que le destruyeron su vida.

"Ella quería asistir a la fiesta y lo hizo, abandonó la casa y en tres días no supimos nada, pero lo que más nos duele es que abandonó a su hijo de siete años con discapacidad motriz, ahora el niño es mi adoración y hay que sacarlo adelante, solo Dios sabe como lo hago."

Eva acude cada domingo desde esta ciudad hasta Monterrey, Nuevo León, no falta a la cita con su hija presidiaria. "Se me parte el corazón nomás de verla y ella a mí, nos consolamos, pero ella pregunta y le llora a su hijo, se arrepiente de haber actuado así."

María no salía ni a la tienda, tenía buen comportamiento, además ni a la despensa quería ir, tomó la determinación de convivir poco; ni a la tienda, ya algo andaba mal desde esos momentos.

EN BUSCA DE UNA NUEVA VIDA

"Me vine a esta ciudad, quiero rehacer mi vida y la del pequeño, aunque estemos en la pobreza, somos honrados, nunca imaginé hacer frente a un dolor de tener una hija sicaria; quizá, y así lo pienso, fue el novio con carro el que la sonsacó."

El fue abatido por las balas de la justicia.

Eva nunca sospechó que el novio era parte del grupo de delincuentes, no traía carro de lujo, pero sí cambiaba seguido.

El amor de madre y el orgullo de herir la educación que se le brindó a "Marìa", acabó por dudar en el amor maternal hacia su hija.

No interesa ella, el trabajo de protección está en el pequeño; "no lo niego, evadía y no acepté el amor natural; yo me dije, dentro de la soledad y tristeza, yo no quiero a Marìa, ahora acepto que me duele verla y observarla tras las rejas, y el no poder disfrutar de su hijo que está en una situación complicada, pero que es un ángel a los 8 años de edad; sonríe cuando se le saluda y se hace entender, tiene muchos amigos, pero nadie sabe si en realidad también sufre por la ausencia de su mamá."

"Le pido a mi Dios paciencia por el dolor de soportar esto --me parte el alma--, pero hay que salir adelante, y les pido a los señores de la delincuencia organizada que se apiaden de la gente inocente, nosotros somos humildes y queremos vivir en paz.

Eva se queda pensativa, se recarga en una de las paredes del hospital a donde lleva al niño de María para terapias de rehabilitación; los ojos se le humdecen, alza la mirada a una de las lámparas que iluminan el pasillo, evita no llorar y dice: "Recuerdo de ella los años bonitos."

Lleva una mano a su rostro y esconde la pena que lleva desde hace tiempo.

Luego levanta el rostro, pide perdón y se retira.


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