El reducido tamaño de la comunidad islámica uruguaya supone un obstáculo para los refugiados
MONTEVIDEO, Uruguay (AP) - Los seis refugiados que llegarán a Uruguay provenientes de la prisión de Guantánamo, donde habían sido confinados por Estados Unidos sin un juicio debido por sus supuestos vínculos con el terrorismo islámico, se encontrarán con un país donde los musulmanes son una ínfima minoría, la mitad de la población rechaza su llegada y es posible que terminen migrando a Brasil.
El reducido tamaño de la comunidad islámica uruguaya, que representa menos del 0,01% de la población del país, supone un obstáculo para quienes quieran llevar una vida cultural y religiosa vinculada a las prácticas del islam.
"Los musulmanes en Uruguay conforman una comunidad muy pequeña, casi invisible. Son apenas unos 300 individuos, de los cuales 30 son uruguayos convertidos al islam y el resto son inmigrantes o sus hijos", dijo a la Associated Press Susana Mangana, responsable de la cátedra de Mundo Árabe e Islam de la Universidad Católica.
Esta pequeña comunidad, además, se encuentra dispersa y buena parte vive en ciudades fronterizas con Brasil, alejadas de la capital. En Montevideo existe una colectividad sirio-libanesa, pero es predominantemente cristiana.
La ciudad tampoco cuenta con una verdadera mezquita y sólo una vez a la semana hay un rezo musulmán dirigido por un jeque, la autoridad religiosa del islam. Esa ceremonia se realiza los viernes en un centro cultural islámico que pertenece a la embajada de Egipto y que dirige el jeque Jaled Elqut, un religioso egipcio radicado en Uruguay desde hace dos años.
Elqut dijo que el pequeño tamaño de la comunidad dificulta algunos aspectos prácticos, pero no impide llevar una vida religiosa. "Como somos pocos, es imposible encontrar carne halal (preparada de una manera que satisface el rito musulmán)", dijo Elqut. "Pero eso no es un problema, porque también podemos comer la carne kosher de los judíos, que se consigue. Lo único que no podemos comer es carne de cerdo".
Aunque todavía no se ha aclarado en que estatus llegarán los presos liberados, el presidente José Mujica dijo en mayo en una entrevista con The Associated Press que "se van a mover libremente, se van a poder ir" si lo desean.
Si eso finalmente se confirma, Tamar Chaky, un argentino musulmán radicado en Montevideo donde dirigió un centro cultural islámico, cree que los liberados no permanecerán mucho tiempo en la capital uruguaya.
"Si tienen libertad de movimiento y quieren vivir una vida apegada a la religión, pienso que no se quedarán en Montevideo, sino que irán en busca de una comunidad mayor, donde puedan hablar su idioma y rezar cinco veces por día en una mezquita. Montevideo no es ese lugar. Las comunidades más grandes de la región están en Brasil", dijo.
Mujica ha dicho que Uruguay aceptó recibir a los presos de Guantánamo en honor a la tradición del país de recibir refugiados e inmigrantes. "Con la excepción de la dictadura (1973-1985), el Uruguay ha sido un país de refugio y para nosotros esta es una cuestión de principios", dijo el presidente en su audición radial.
Sin embargo, una encuesta de la empresa Cifra, divulgada en julio por el semanario Búsqueda y realizada con una muestra de 1.000 uruguayos y un margen de error de tres puntos, reveló que el 50% rechaza la llegada de expresos de Guantánamo, mientras que solo un 30% la aprueba y un 20% no opina. En cambio, la mayoría aprueba la llegada de familias refugiadas de Siria, otra idea del presidente Mujica.
"La sociedad uruguaya no se cierra ante otras culturas. Pero ellos son un caso particular. Habrá gente que pueda tener algún recelo, y seguramente muchos pondrán una lupa sobre su conducta", dijo Chaky, el director del centro.
En el caso de los recién llegados de Guantánamo a la resistencia que generan algunos inmigrantes se le suma el estigma de haber sido acusados de supuestos terroristas.
"Uruguay es un país abierto, de gente tranquila que acepta todas las culturas. Pero para un número importante de gente el islam tiene mala imagen, lo asocian con bombas y poligamia", dijo el jeque Elqut. "Pero eso damos clase de cultura islámica, para que los uruguayos descubran que esa imagen es falsa y que el islam prohíbe derramar la sangre del hombre".
Como reflejo de la tradición de recibir inmigrantes, en Montevideo existen instituciones de las más variadas colectividades: gallegos, catalanes, franceses, italianos, británicos, alemanes, croatas, lituanos, judíos, armenios, libaneses, entre otros. Sin embargo, las oleadas de inmigrantes dejaron de arribar en las primeras décadas del siglo XX y, por el contrario, a partir de los años 60 cientos de miles de uruguayos comenzaron a emigrar debido a problemas económicos y persecuciones políticas.
La tendencia se revirtió recién en los últimos años cuando Uruguay comenzó otra vez a recibir, en cantidades modestas, a nuevos inmigrantes ahora latinoamericanos. "Los peruanos se triplicaron entre 1996 y 2006", dijo Alba Goycoechea, de la oficina local de la Organización Internacional de las Migraciones. "La llegada de inmigrantes creció a partir de 2009 y hoy lo más notorio es el arribo de dominicanos".
Según el censo uruguayo realizado en 2011, los inmigrantes representan apenas el 2,4% de la población, un porcentaje bajo en relación a otros países. De ellos, 35% son argentinos y 17% brasileños. Luego siguen estadounidenses, españoles y peruanos.
Pero algunos uruguayos de hoy parecen haber olvidado que casi todos ellos descienden de gente de todo tipo y color que un día llegó aquí en busca de un mejor destino. Hoy ciertos inmigrantes son bien recibidos y otros no tanto.
"No es lo mismo ser rubia, como soy yo, a venir de los Andes o de la República Dominicana", dijo a AP Rinche Roodenburg, una holandesa que dirige la organización no gubernamental Ida y Vuelta, dedicada a asistir a los inmigrantes. "La mayoría de los uruguayos no es racista y recibe bien a los inmigrantes. Pero hay una pequeña parte de la sociedad que discrimina, eso no lo dudo. A mí, como soy rubia, me discriminan positivamente".
Según Roodenburg, los dominicanos que hoy llegan a Uruguay trabajan en empleos con sueldos muy bajos y muchos "viven hacinados, diez o doce en una pieza de pensión".
La catedrática Mangana señaló que la mayor parte de los musulmanes son palestinos y jordanos que llegaron a Uruguay tras la guerra de los Seis Días que enfrentó en 1967 a Israel y a los países árabes. "Son gente muy tranquila, que en general pretende mantenerse alejada de la política. No imagino que vaya a existir un comité de recibimiento de los presos de Guantánamo ni nada que se parezca", dijo.
Los palestinos de la localidad de Chuy, una pequeña ciudad limítrofe con Brasil y distante unos 400 kilómetros de Montevideo, realizaron días atrás una manifestación en repudio a la ofensiva israelí en Gaza.
Pedro Abuchalja, presidente del Club Libanés de Montevideo, dijo que su colectividad colaborará para que los refugiados sirios puedan adaptarse e insertarse en la sociedad uruguaya, pero dijo que no han considerado el caso de los liberados de Guantánamo. "Nos falta información del gobierno sobre este tema", sostuvo.
Los refugiados en Uruguay también son muy pocos. En total hay 205, dijo Gabriela Cortina, del Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana, una organización no gubernamental que los asiste según un convenio con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. De ellos, los colombianos representan el 60%.
Mujica ha dicho que empresarios uruguayos ofrecieron trabajo a los liberados de Guantánamo.
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