La captura de dos importantes capos del grupo criminal “Los Zetas” de Tamaulipas evidenció que la organización se dividió nuevamente y que actualmente está sumergida en una lucha por el poder en dos de sus principales plazas: Ciudad Victoria y Nuevo Laredo.
En días pasados fueron detenidos en la zona metropolitana de Monterrey el jefe regional de “Los Zetas” en Tamaulipas, Juan Fernando Álvarez Cortez “El Ferrari”, y Fernando Martínez Magaña “El Z16”, jefe en Nuevo Laredo de los “Estacas”, como se conoce a los sicarios que se desplazan en camionetas que vigilan una casa de seguridad, un barrio o una zona.
Las autoridades señalaron que su captura ocurrió gracias a una denuncia anónima, por lo que se presume que “El Z16” y “El Ferrari” fueron traicionados por sus compañeros.
Ex miembros de la organización informaron que “Los Zetas” de Nuevo Laredo y Ciudad Victoria están sumergidos en una pugna interna por el control de dichas plazas.
“En Ciudad Victoria ya hay dos facciones principales, una que se mantiene sometida a las órdenes del ‘Z42’ y otra que no quiere seguir los mandatos que provienen de Nuevo Laredo”, comentó la fuente que solicitó el anonimato.
“La facción que rechaza al grupo que sigue las órdenes de Nuevo Laredo ya no querían a ‘El Ferrari’ y tenían tiempo intentando derrocarlo de la jefatura en Ciudad Victoria”, agregó.
En la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo se replica la situación de la capital de Tamaulipas. Ambos grupos se disputan el control de la plaza y se presupone que uno de ellos filtró a la Marina la ubicación de Martínez Magaña “El Z16”.
La nueva división de “Los Zetas” se suma a la lucha interna que registra el Cartel del Golfo (CDG), en la que tres grupos mantienen una cruenta batalla por la dirección de la organización.
El último enfrentamiento entre los grupos rivales al interior del CDG dejó como saldo siete muertos, los cuales fueron abandonados en la colonia Morelos, de Tampico, con un “narcomensaje” de una fracción que ya se adjudica el control del Cártel del Golfo.
Por su parte, “Los Zetas” llegaron a un ejido del pequeño municipio de Hidalgo para asesinar a nueve personas, entre ellas mujeres y niños.
Las constantes divisiones han provocado que ambos cárteles ya no funcionen como organizaciones centralizadas, sino más bien como federación de grupos, que en algunos casos ya no responden a las órdenes de los altos mandos.
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