Santos se lo ha jugado todo con las negociaciones que abrió con las FARC en La Habana
BOGOTÁ. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, busca en las elecciones del próximo 25 de mayo un segundo mandato para "terminar la tarea" que inició hace cuatro años, enfocada en la búsqueda de la paz y el desarrollo del país.
Santos es el abanderado de la coalición Unidad Nacional, formada por el Partido de la U, el Liberal y Cambio Radical, con el apoyo informal de un sector del Partido Conservador.
Pero el presidente, que ha liderado las encuestas durante prácticamente toda la campaña, ha sufrido un declive en las últimas semanas y, a días de las elecciones del 25 de mayo, registra en intención de voto un empate técnico con su principal rival, el uribista Oscar Iván Zuluaga.
Por la paz, Santos se lo ha jugado todo con las negociaciones que abrió con las FARC en La Habana en noviembre de 2012, y también en esta campaña, en la que se presenta como el "capitán del barco" de la reconciliación y sugiere que no es bueno cambiar el timonel en medio de la travesía y menos cuando se comienza "a oler que hay tierra".
Ese avistamiento son los tres acuerdos ya alcanzados con las FARC en Cuba sobre tierras y desarrollo rural, participación política de los guerrilleros desmovilizados y drogas ilícitas.
Sin embargo, a Santos no le han salido las cosas como quería y el mismo empeño en la paz que le puede aportar votos de sectores de izquierda se los puede quitar la derecha liderada por su antiguo jefe, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).
Los uribistas consideran que su exministro de Defensa pasó de "halcón" a "paloma" y lo presentan como blando y complaciente con la guerrilla que negocia en Cuba, un mensaje que ha calado en parte del electorado.
De su Gobierno, Santos tiene resultados para mostrar: la economía se expandió el 4,3 % el año pasado y podría crecer dos puntos adicionales si se logra la paz, y la inflación en 2013 fue del 1,94 %, la más baja de América Latina.
En sus casi cuatro años de gestión, 2,5 millones de personas han salido de la pobreza y 1,3 millones superaron la pobreza extrema, mientras que el desempleo está por debajo del 10 % con la promesa de bajarlo al 7,5 % en un segundo mandato.
Y en el plano internacional, recompuso las relaciones con Venezuela y Ecuador, que recibió en ruinas del anterior Gobierno, con lo cual alivió las tensiones en el vecindario latinoamericano.
"El balance tan positivo de Santos es contundente, por eso merece un segundo tiempo", ha dicho el presidente del Senado, Juan Fernando Cristo, su aliado incondicional.
Esos resultados lo acreditarían para una reelección sin sobresaltos, pero la realidad es que a días de los comicios Zuluaga, el candidato de Uribe, le adelantó en las encuestas.
La explicación está, según los expertos, en el manejo del tema de la paz y en la incapacidad del Gobierno para mostrar a la opinión pública sus logros de Gobierno.
"El presidente se equivocó y ya no tiene alternativa. Debió haber presionado a las FARC para resolver el tema de la paz cuanto antes y debió haberse preocupado más por presentar su obra de Gobierno, especialmente en el plano social", dijo a Efe el analista político Fernando Giraldo, profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá.
Como político y jugador de póquer, Santos tiene fama de hombre que sabe jugar sus cartas, pero en los últimos meses ha cometido errores de cálculo tanto en el Gobierno como en la campaña.
El mayor quizás fue subestimar una huelga del sector agropecuario que entre agosto y septiembre del año pasado paralizó medio país y que el presidente minimizó en sus comienzos.
"El tal paro nacional agrario no existe", dijo Santos entonces, lo que abrió la caja de los truenos y dio pie a que los campesinos radicalizaran las protestas.
Ese mal manejo le causó un daño enorme a su popularidad y todavía paga las consecuencias de aquella protesta, que se ha repetido por parte de los campesinos y de otros sectores al alegar que el Gobierno no cumple lo que promete.
En las elecciones de 2010, Santos tuvo como compañero de fórmula para la Vicepresidencia al exsindicalista Angelino Garzón, quien le ayudó con muchos votos; y para la reelección ha escogido a Germán Vargas Lleras, un político de cuna como él y perteneciente, también como él, a una de las familias más influyentes de Colombia.
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