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sábado, 24 de mayo de 2014

Tailandia: Junta cita a académicos y periodistas

Por lo menos unas 100 personas, políticos en su mayoría, están detenidas e incomunicadas

Los militares también disolvieron el Senado, la última institución democrática que quedaba en el país, y absorbieron sus poderes legislativos. EFE/RUNGROJ YONGRIT
Los militares también disolvieron el Senado, la última institución democrática que quedaba en el país, y absorbieron sus poderes legislativos. EFE/RUNGROJ YONGRIT

BANGKOK, Tailandia.- En una escalofriante
medida que aparentemente busca neutralizar a críticos y posibles opositores, la cúpula golpista de Tailandia ordenó el sábado a decenas de activistas, académicos y periodistas entregarse a las autoridades militares.

La junta, que ya detuvo a la mayoría de los dirigentes que derrocó el jueves y los mantiene retenidos en ubicaciones secretas en contra de su voluntad, dijo que tendrá así durante una semana a la ex primera ministra Yingluck Shinawatra, miembros del gabinete y dirigentes de las protestas antigubernamentales para darles "tiempo de que reflexionen", así como para mantener la calma en el país.

Dos días después de que el ejército tomara el poder en el primer golpe de Estado en Tailandia en ocho años, los militares también enfrentaron algunas protestas que surgieron ante la creciente preocupación por las intenciones de la junta. Los militares también disolvieron el Senado, la última institución democrática que quedaba en el país, y absorbieron sus poderes legislativos.

"El gobierno militar ha puesto la situación de los derechos en Tailandia en caída libre", dijo Brad Adams, director en Asia del organismo activista Human Rights Watch. "El ejército está usando los poderes de una ley marcial draconiana para detener a políticos, activistas y periodistas, censurar los medios de comunicación y prohibir todas las reuniones en público. Esta represión debe terminar de inmediato".

Por lo menos unas 100 personas, políticos en su mayoría, están detenidas e incomunicadas. El portavoz adjunto del ejército, coronel Weerachon Sukondhapatipak, dijo que todos los detenidos reciben buen trato y que el mando militar tiene como propósito lograr una solución política negociada.

Weerachon dijo que a los detenidos se les confiscaron los teléfonos celulares porque "no queremos que se comuniquen con otras personas. Queremos que sean ellos mismos y piensen por su cuenta".

"Esto es porque todo el mundo involucrado en el conflicto necesita serenarse y tener tiempo para la reflexión", declaró Weerachon. "No pretendemos restringirles su libertad, sino bajar la presión".

En una orden militar difundida por la mañana, la junta también convocó a otras 35 personas, incluidos políticos, activistas y, por primera vez, a académicos abiertamente críticos, así como a algunos periodistas, a fin de "mantener la paz y el orden".

Uno en la lista, Pavin Chachavalpongpun, profesor de estudios surasiáticos en la Universidad de Kyoto, dijo por teléfono desde Japón que no se presentará ante la junta militar tailandesa. Aseveró que los citatorios muestran que los golpistas se sienten inseguros.

"Las fuerzas armadas afirmando ser mediadoras en el conflicto tailandés... todo eso sólo son tonterías", dijo Pavin, citado frecuentemente por la prensa extranjera como analista. "Esto no es sobre preparar el terreno para la reforma y la democratización. Realmente estamos regresando a la forma más cruda del autoritarismo".

El sábado por la tarde, la junta emitió su sexta orden oficial, esta vez sólo para un periodista Pravit Rojanaphruk, un columnista crítico del periódico en inglés The Nation. Se le pidió que se presentara a las 10 de la mañana.

En un mensaje publicado en Twitter el sábado en la noche, Pravit se mostró desafiante y dijo que "entre más ejercitan su poder ilegítimo, se vuelven más ilegítimos".

La junta también ordenó que se congelaran las cuentas bancarias de dos políticos que ha convocado pero que permanecen ocultos: el ministro de Educación del gobierno derrocado y el jefe del partido que ejercía el poder.

En la capital, cientos de manifestantes desafiaron el sábado la prohibición que el mando militar impuso contra las grandes movilizaciones. Gritaron lemas y agitaron carteles afuera de un cine en Bangkok antes de dirigirse hacia el Monumento de la Victoria, un sitio emblemático de la ciudad.

Unos 500 manifestantes llegaron a dicho monumento. Soldados y policías hicieron una valla en una avenida cerca de allí para detener el avance de los inconformes. No obstante, la calma prevalecía en la mayor parte de Bangkok y había poca presencia militar en las calles.

Estados Unidos, el principal aliado de Tailandia, suspendió el viernes una asistencia militar a Bangkok de 3,5 millones de dólares y también recomendó a los estadounidenses que reconsideren cualquier viaje no esencial al país asiático.

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