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miércoles, 4 de junio de 2014

El eterno debate sobre las esposas y novias de los jugadores durante el Mundial de Fútbol

El Pibe favorece se restrinjan las relaciones sexuales en las concentraciones. (ap).
El Pibe favorece se restrinjan las relaciones sexuales en las concentraciones. (ap).
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BOGOTA, Colombia.- Cuando uno tiene por delante un partido de la Copa Mundial, ¿se puede anotar un gol la noche previa?

Es un tema que hace que los técnicos fijen reglas, que los jugadores busquen la comprensión de esposas y novias y que los aficionados debaten fervorosamente si mantener relaciones sexuales cerca de un partido merma el rendimiento.

El asunto cobró nuevamente prominencia cuando el técnico de México Miguel Herrera dijo al diario Reforma el mes pasado que esperaba que sus jugadores se abstuviesen de mantener relaciones sexuales durante la Copa Mundial de Brasil. El comentario generó reacciones de todo tipo y Herrera se vio obligado a aclarar que no estaba prohibiendo las relaciones sexuales, sino simplemente recomendando a sus jugadores que se manejasen con prudencia, adoptando una postura parecida a la de su colega Luiz Felipe Scolari, quien le pidió a los jugadores brasileños que no hiciesen "acrobacias" en sus habitaciones.

Franco como siempre, el astro Carlos Valderrama comentó que las selecciones de Colombia que capitaneó en la década de 1990 hubieran llegado más lejos en la Copa Mundial de no haber estado condenados a la castidad.

El debate en torno al impacto de las relaciones sexuales en el rendimiento deportivo se remonta a la época de los griegos de la antigüedad, quienes creían que era importante preservar el esperma de un hombre para que no perdiese agresividad. Hay poca evidencia científica, no obstante, de que la abstinencia mejore el desempeño de un deportista.

Un estudio de 1995 publicado por el Journal of Sports Medicine and Physical Fitness señaló que el desempeño en una cinta para correr no era afectado por el hecho de que alguien hubiese mantenido relaciones sexuales 12 horas antes. Los expertos coincidieron en que esas relaciones no generan un desgaste físico demasiado grande en personas saludables. Un estudio de la Universidad de Montreal del 2013, por otro lado, indicó que durante el acto sexual los hombres queman un promedio de 100 calorías, las mismas que queman trabajando en el jardín durante 20 minutos.

De hecho, muchos deportistas y expertos aseguran que un encuentro sexual la noche previa a un partido importante puede ser algo positivo ya que alivia la tensión y estimula un sueño reparador.

Más que la relación sexual en sí, lo que preocupa a los técnicos son las parrandas que duran toda la noche y el consumo de alcohol en que pueden incurrir deportistas jóvenes en su plenitud física. Abundan los escándalos protagonizados por deportistas en las concentraciones, como el que generaron jugadores de la selección española que invitaron a prostitutas durante la Copa Confederaciones del año pasado en Brasil.

"A menudo los técnicos no confían en sus diablillos", declaró a la Associated Press Pamela Peeke, del American College of Sports Medicine.

Al pedir decoro a sus jugadores Herrera probablemente haya tenido presente la parranda de septiembre del 2010 que motivó la suspensión de dos jugadores y que varios otros fuesen multados por actos de indisciplina en Monterrey. Medios locales dijeron que hubo prostitutas de por medio y especulan que su suspensión por seis meses es lo que hizo que Carlos Vela, probablemente el mejor delantero mexicano, declinase de volver a la selección.

Muchos equipos europeos, incluidos Alemania y España, prohíben las relaciones sexuales antes de los partidos y permiten las visitas de esposas y novias solo en los días libres.

El hecho de que todavía se siga debatiendo sobre las relaciones sexuales refleja un sexismo generalizado en el deporte y falta de madurez entre los hombres, según Peeke, quien es una triatleta y ha asesorado a los Washington Wizards de la NBA.

Las mujeres también producen testosterona, pero en niveles mucho más bajos que los hombres, señaló. Y nadie quiere imponer rituales monásticos entre ellas.

La diferencia, según Peeke, es que "predomina la impresión de que los hombres no pueden contenerse".

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