PAMPLONA, España. Las personas obesas consideradas metabólicamente sanas presentan un riesgo elevado de alteraciones cardiometabólicas, similar al del resto de obesos con trastornos metabólicos adversos, según concluye un estudio desarrollado por especialistas del Departamento de Endocrinología de la Clínica Universidad de Navarra.
Según la doctora Gema Frühbeck, directora del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica y presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), la determinación de este grupo de personas obesas "metabólicamente sanas" surge de la tesis de que dichos individuos "pueden no presentar el mismo aumento del riesgo de desarrollo de alteraciones metabólicas que el que muestran sus homólogos no metabólicamente sanos".
Para comprobar la validez o incumplimiento de esta premisa, los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra establecieron una comparativa entre los índices cardiometabólicos de cada uno de los tres grupos: 222 pacientes obesos metabólicamente sanos, comparado con 222 individuos obesos con alteraciones metabólicas importantes y con una tercera muestra de personas sanas.
En concreto, el trabajo analizó el perfil cardiometabólico e inflamatorio de ambos grupos, así como el aumento de la intolerancia a la glucosa y la presencia de diabetes tipo 2.
Los investigadores de la clínica estudiaron además la expresión de genes en tejido adiposo y en hígado y comprobaron que "ambos grupos de sujetos -obesos convencionales y obesos metabólicamente sanos- presentaban perfiles superponibles (coincidentes)", revela la doctora Frühbeck, investigadora principal del trabajo.
Como primera conclusión, los resultados obtenidos pusieron de manifiesto que los perfiles cardiometabólicos e inflamatorios, "se incrementan de manera parecida tanto en los sujetos metabólicamente sanos como en los del grupo de obesidad con alteraciones", apunta.
Trastornos similares en el 30 %
Del estudio se desprende además que "el 30 % de los pacientes clasificados como obesos sanos mostraron unos índices de glucosa en plasma en ayunas característicos de una diabetes tipo 2", detallan los especialistas.
Otros perfiles metabólicos estudiados -como los de leptina, adiponectina y resistina, así como los nuevos de amiloide A sérico (SAA) y de la metalopeptidasa de matriz-9- resultaron casi idénticos en ambas cohortes analizadas.
La expresión de genes implicados en la inflamación y en la remodelación tisular (de tejidos) "mostró un patrón de alteración similar en ambos grupos de sujetos obesos", indica Frühbeck.
Los investigadores destacaron además "la falta de consenso en los criterios para definir la obesidad metabólicamente sana", haciendo muy difícil el estudio comparativo entre ambos fenotipos (obesos sanos y con alteraciones cardiometabólicas).
El estudio publicado recientemente en la revista científica internacional "Diabetes Care, subraya en este sentido la importancia de establecer una diferenciación precisa entre ambos grupos de obesos, debido a las implicaciones terapéuticas que la confusión pudiera acarrear.
"Una definición adecuada para estratificar correctamente los individuos obesos es de suma importancia para ofrecer un diagnóstico correcto", argumentan.
Como conclusión final del estudio, los investigadores advierten que la categoría de "obeso metabólicamente sano" "debe utilizarse con precaución", al tiempo que destacan la necesidad de "una mejor identificación de los fenotipos de obesidad, a la vez que un diagnóstico más preciso para mejorar la gestión (el tratamiento o el seguimiento) de la obesidad en cada individuo".
El concepto de obesidad "metabólicamente sana" correspondería a aquellas personas obesas (con un IMC mayor o igual a 30 kg/m2), que no presentan más de dos de las siguientes complicaciones cardiometabólicas: diabetes tipo 2, hipertensión o dislipemia (elevada concentración de lípidos o grasas en sangre), y que no consumen medicación para corregir ninguna de ellas
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