SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Oscar Taveras mira a la cámara y sonríe. El prospecto de los Cardenales de San Luis está al volante de un vehículo, sentado al lado de su novia que graba la escena, mientras corea una canción de reggaetón que suena a todo volumen por los parlantes del automóvil.
Ese video de 15 segundos es la última imagen del pelotero antes de morir en un accidente de tránsito en República Dominicana. Las autoridades del país dijeron que Taveras estaba ebrio al momento del accidente, excediendo por casi seis veces el límite máximo de alcohol en la sangre permitido por la ley.
"Yo le había dicho muchas veces que no podía estar bebiendo y conduciendo, que eso no le iba a dejar nada bueno", comentó a la AP Carlos Martínez, lanzador de los Cardenales y amigo de la infancia de Taveras.
El caso de Taveras es sólo el más reciente en la lista de beisbolistas que han encontrado la muerte en carreteras dominicanas, o se han metido en problemas legales, al volver a su país durante las vacaciones de Grandes Ligas. En su mayoría surgidos de entornos pobres, muchos regresan a la isla con ganas de relajarse y pasarla bien, después de estar la mayor parte del año bajo el control estricto de sus clubes estadounidenses.
Sin la supervisión de sus equipos, y rodeados por amistades aduladoras, las tentaciones son muchas para jóvenes como Taveras, que llegan a casa con dinero en los bolsillos, tiempo libre y autos deportivos a su disposición.
En las dos últimas décadas, peloteros como José Oliva, José Uribe y Rufino Linares murieron en accidentes de tránsito en carreteras dominicanas. El ex lanzador de los Mets de Nueva York, Ambiorix Burgos, atropelló y mató a dos mujeres en 2010, aunque las autoridades determinaron que se trató de un accidente y no le radicaron cargos.
Otros se han visto involucrados en tiroteos con consecuencias fatales.
"Uno ve los automóviles que estos muchachos traen al país y hay que preguntarse si estos están aptos para las calles de aquí. Esta es una oportunidad para educar a nuestros jugadores", comentó el gerente general de los Cardenales, John Mozeliak.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud reveló que las carreteras de República Dominicana están entre las más peligrosas del mundo, con 42 muertes en accidente de tránsito por cada 100 mil habitantes. En comparación, la tasa en Estados Unidos es de 11 por cada 100.000, y en México es de 15.
Los conductores en la isla encaran una peligrosa combinación de carreteras maltrechas, automóviles y camiones en malas condiciones, y enjambres de motocicletas, a veces con hasta cinco pasajeros. No es inusual ver vehículos zigzagueando a toda velocidad, cambiando de carriles sin realizar las señalizaciones, sin parar en los semáforos o incluso moviéndose en contra del tránsito.
Las autoridades creen el uso de alcohol, la velocidad y el incumplimiento de las leyes de tránsito son los factores principales en la alta tasa de muertes en las carreteras.
"He estado viniendo a la República Dominicana por 20 años y cuando uno ve los patrones del tránsito en este país y todas las motocicletas y cómo la gente conduce, es una preocupación", apuntó Mozeliak.
Los 30 clubes de Grandes Ligas gastan millones en sus academias en República Dominicana, la principal cantera de talento fuera de Estados Unidos, pero ejercen poco control sobre los peloteros cuando regresan en sus vacaciones. Al principio de la temporada de 2014 había 83 dominicanos en los rosters de las mayores.
Junior Noboa, vicepresidente de los Diamondbacks de Arizona para Latinoamérica y representante del equipo en República Dominicana, señaló que se comunica con los jugadores si escucha algo que le preocupe. Por lo demás, están por su cuenta.
"Los peloteros no están obligados a reportarse a los equipos cuando están en el país. Ellos están de vacaciones y a menos que tengan un plan de trabajo en algo específico no están en la obligación de reportarse", explicó.
Ese fue el caso de Taveras.
Tras su primera temporada en Grandes Ligas, el toletero de 22 años disfrutaba de unas semanas de descanso con compañía de su novia y amigos en el norte de República Dominicana, cerca de su ciudad natal de Puerto Plata. Eran días de sol y fiesta antes incorporarse a principios de noviembre a un programa de acondicionamiento físico con los Cardenales, para luego jugar en la liga invernal dominicana.
Esos planes se esfumaron la noche del 26 de octubre, cuando el jardinero estrelló su Camaro último modelo. La policía no ha dicho la velocidad a la que viajaba, pero basta con mirar la condición en que quedó el vehículo deportivo rojo tras impactar un árbol -la parte frontal aplastada, el costado retorcido como una servilleta usada- para imaginar la fuerza del choque.
Martínez y el padre de Taveras creen que el jardinero no había tenido el mejor comportamiento durante sus vacaciones, dedicándose a la fiesta y el alcohol.
"Me siento un poco culpable porque no pude evitar que él siguiera con esos coros (grupos de amistades), le dije muchas veces que se estuviera tranquilo, pero no me hizo caso", recordó Martínez poco después del sepelio de Taveras.
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