San Juan.- Las nuevas leyes de inmigración que entrarán en vigor en Bahamas el próximo 1 de noviembre son "claramente xenofóbicas" contra los haitianos porque limitan y aislan aún más a la población que reside allí, según el profesor estadounidense de Antropología Bertin Louis.
El Gobierno de ese archipiélago independiente de Reino Unido desde 1973 "ha promovido políticas de índole xenofóbica contra los extranjeros y en particular contra los inmigrantes haitianos desde hace muchos años, y sigue haciéndolo", dijo hoy en una entrevista con Efe este especialista en la materia, que también es descendiente de haitianos.
De acuerdo con las nuevas leyes migratorias, a partir del 1 de noviembre el Gobierno de Bahamas dejará de aceptar solicitudes de visados de trabajo por parte de personas que residan ilegalmente en el país.
"No aceptaremos solicitudes de inmigrantes ilegales en las Bahamas que pidan visados de trabajo y cualquiera que lo haga, será arrestado, procesado y deportado", anunció Frederick Mitchell, ministro de Asuntos Exteriores e Inmigración, a mediados de septiembre.
El ministro del archipiélago, que cuenta con una población general de unos 370.000 habitantes, también anunció entonces que se requerirá a los inmigrantes que viven en Bahamas que lleven siempre consigo el pasaporte de su país natal.
En cuanto a los hijos de inmigrantes, siempre que el estatus de estos sea legal, se les otorgará un permiso que les permitirá vivir en las islas, ir a la escuela y trabajar.
En 2013 unos 50.000 haitianos residían en Nassau, capital del país caribeño, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Aunque hay carencia de datos oficiales precisos, se sabe que la inmensa mayoría de los inmigrantes de Bahamas (que rondan el 16,3 % de la población) son haitianos, una población muy castigada por la pobreza en su país de origen, la más acusada de todo el continente americano.
Según Louis, vicepresidente interino del Programa de Estudios Africanos de la Universidad de Tennessee en EE.UU., estas normativas van en la línea de lo que "viene ocurriendo desde principios del siglo XX".
"Históricamente ha habido una promoción de posturas xenófobas en Bahamas, por las que incluso ha terminado siendo aceptable hacer comentarios xenófobos en público", expresó Louis.
En ese sentido, recordó que en 1957 una gran ola migratoria de haitianos arribó a las islas justo después de la elección del entonces presidente de Haití, Francois "Papa Doc" Duvalier.
A su juicio, ese flujo originó parcialmente el sentimiento "antihaitiano" que existe en la sociedad bahamesa, que comenzó a discriminar a los haitianos por ser "pobres, desorganizados y con poca educación".
"Las Bahamas siempre han visto a los haitianos como una amenaza para la seguridad nacional y no es el único país que lo ve así en el Caribe. Los haitianos tienen una muy mala reputación en toda la región, como si fueran una plaga", dijo el experto.
A partir de 1967, según el relato de Louis, el Gobierno de las Bahamas inició una serie de políticas centradas en "conducir redadas, deportaciones y centros de detención de haitianos".
El experto, autor del libro "My Soul Is in Haiti: Protestantism in the Haitian Diaspora of the Bahamas" (Mi alma está en Haití: El protestantismo y la diáspora haitiana de las Bahamas) detalló que gran parte de los haitianos que viven en Bahamas trabaja en la industria de servicios y "el propio sistema bahamés educa a sus hijos para que en el futuro trabajen en lo mismo".
A su juicio, los haitianos no se rebelan contra la discriminación social y gubernamental que sufren a diario para no crear problemas que les impidan llegar a su destino principal: Estados Unidos.
"No tienen muchos recursos legales para luchar por sus derechos. Tampoco son organizados como para responder colectivamente contra los maltratos", dijo Louis, quien descarta que se vayan a registrar mejorías para este segmento de la población en Bahamas en los próximos años..
"Los bahameses continuarán este tipo de políticas y a su vez, los haitianos seguirán aceptándolas", concluyó, pese a que el pasado 26 de septiembre Mitchell firmó un memorando con la OIM comprometiéndose a manejar los retos migratorios de manera "eficiente y humana".