El pontífice afirmó que la tercera guerra se libra ya gradualmente
REDIPUGLIA, Italia. El papa Francisco pidió el sábado al mundo que abandone su apatía ante lo que consideró la tercera guerra mundial que se "libra de manera gradual, con crímenes matanzas y destrucción" ante la codicia de intereses y estrategias geopolíticas.
El pontífice buscó recordar a aquellas personas que fallecieron en la Primera Guerra Mundial que comenzó hace 100 años, pero su llamado a la paz se vuelve más urgente por las nuevas amenazas en Ucrania y Oriente Medio.
Durante una homilía al pie de un monumento dedicado a los 100,000 soldados italianos muertos en la Gran Guerra en Redipuglia, Italia, cerca de la frontera con Eslovenia, el Papa afirmó que "la guerra es una locura".
Al recordar a las víctimas de aquella conflagración bélica, el papa Francisco subrayó que "hoy, también, las víctimas son muchas", caídas ante los "intereses, estrategias geopolíticas, la codicia del dinero y el poder".
El pontífice afirmó que la tercera guerra se libra ya gradualmente; su visita del sábado al lugar tuvo un profundo significado personal. "Incluso hoy, después de un segundo fracaso y otra guerra mundial, tal vez hablemos de una tercera, con crímenes, masacres y destrucción".
Un representante del Ministerio de Defensa de Italia presentó al Papa el récord militar de su abuelo, mientras que los padres de un soldado italiano muerto en Afganistán el año pasado presentaron a Francisco el distintivo sombrero de ala ancha decorado con pluma que usan los bersaglieri, famosos por su resistencia y su tradición de marchar a trote.
El abuelo del Papa, Giovanni Bergoglio, peleó en la ofensiva que lanzó Italia de 1915 a 1918 contra el imperio austro-húngaro y sobrevivió para inculcarle los horrores de la guerra. El abuelo era de la región de Piamonte, de donde provenían los bersaglieri.
En otras ocasiones, el papa ha dicho que conoció "muchas historias dolorosas de los labios de mi abuelo".
Antes de llegar al grandioso monumento, el pontífice rezó en privado entre las filas de tumbas de soldados caídos de cinco naciones sepultados en un cementerio austrohúngaro, a sólo unos metros de ahí.
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