LOS CRIMINALES MÁS VIOLENTOS Y PELIGROSOS DEL PAÍS SUELEN REINCIDIR CON MAYOR FRECUENCIA
Durante años, la banda de sicarios Piki y Copelín sembraron el terror en La Romana. Y pese al amplio historial delictivo de sus miembros, los mútiples arrestos, condenas y los procesos judiciales pendientes, los cabecillas de este grupo criminal--Salomón Eusebio Rosario (Piki) y Juan Félix Cordero Febles (Copelín)-- estaban libres y se movían sin obstáculos en las calles de la ciudad. Los medios locales decían que reclutaban niños para enseñarlos a matar e integrarlos a su banda de sicarios.
El jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, dijo que cuando era comandante regional de La Romana logró asestar duros golpes a ese grupo de criminales que se dedicaba al sicariato y al que se atribuyen decenas de asesinatos y desapariciones de personas.
En abril de 2013, el propio general Castro Castillo anunció el desmantelamiento de la banda y el arresto de nueve de sus miembros, pero Eusebio Rosario y Cordero Febles, los presuntos jefes, habían escapado.
El primero fue arrestado en Colombia y extraditado hace seis meses, mientras que el segundo fue asesinado por uno de sus lugartenientes y su cadáver incinerado en un cañaveral de San Cristóbal en septiembre del año pasado.
Como Piki y Copelín, otros jefes de bandas de delincuentes y sicarios eran homicidas y asesinos reincidentes que llegaron a ser condenados por implicaciones en hechos de esta naturaleza criminal, pero por tecnicismos judiciales y debilidad de las pruebas, según jueces y abogados, pasaron pocos años en la cárcel.
Serumberto Vantroi
Tal es el caso de Vantroi (Raúl Serumberto Reynoso Mota), quien fue abatido por una patrulla policial el pasado 15 de mayo, tras haber pasado los últimos diez años de su vida turbulenta entre crímenes y delitos. Entre 2004 y 2005, Reynoso Mota (Vantroi), según los archivos policiales, era líder de la banda “Los 12 Díscípulos”, de Guachupita, grupo que ha sido acusado de matar a cuatro policías, dos miembros de la Fuerza Aérea, uno de la Marina de Guerra, un bombero y más de quince civiles, entre pandilleros y víctimas inocentes en los barrios La Fuente, Guachupita, Villa María, Los Guandules, Gualey y otras zonas.
Vantroi escapó por primera vez de la cárcel, donde estaba condenado por homicidio, el 15 de agosto de 2004, luego que un grupo de prisioneros fueran llevados a una misa en la iglesia Nuestra Señora de la Paz, del Centro de los Héroes, antes de ser indultados por el entonces presidente Hipólito Mejía. Pero el indulto no se firmó y Mota Reynoso se escapó. Luego se entregó tras una persecución de cinco meses. Al poco tiempo estaba libre sin que nadie supiera cómo salió a la calle.
Como Copelín, Piki y Vantroi, en el Departamento de Cartografía y Estadísticas de la Policía Nacional, hay 2,321 registros de delicuentes violentos que se encuentran fugitivos de la justicia, que tras haber cumplido distintas condenas han vuelto a delinquir cometiendo el mismo delito en 43% de los casos, y en el 57% crímenes y delitos distintos.
En el primer porcentaje estaba incluido Domingo Frías Pineda (alias Pestañita), de 32 años, quien al igual que Vantroi, fue abatido por agentes policiales en un intento de atraco en una comunidad rural de Villa Altagracia. Frías Pineda tenía también un amplio prontuario criminal, y había cumplido 8 años en Najayo de una condena de 16 por homicidio, pero cinco meses después fue abatido en una persecución policial. Era reincidente por robo y hace quince años, cuando apenas tenía 17, fue condenado por participar la muerte de un hombre en el kilómetro 45 de la autopista Duarte.
Más casos
Condenado en tres ocasiones por robo y asalto a mano armada, Michel Rodríguez Abreu (Marco Flow) fue finalmente abatido en un enfrentamiento con patrullas policiales en Santiago. El último asalto lo cometió junto a tres miembros de su banda en el colmado El Corozo, de Moca, donde resultó herida de bala Norka Mercedes Pichardo y golpeado en la cabeza Demetrio Marte Rodríguez, a quien despojaron de un arma. La banda de Marco Flow cometió más de 40 asaltos en Moca y Santiago contra sucursales bancarias, remesadoras de Vimenca, colmados, bancas de apuestas y otros negocios.
En distintas zonas del país, según los archivos policiales, operan bandas de delincuentes reincidentes. Hace poco perdió la vida en Villa Cerro, de Higüey, en una acción legal de la Policía, Marcos Antonio Benítez Suárez (Gillette o El Cojo), de 29 años. Su prontuario criminal incluye el homicidio de Rafael Tejada Suárez, vigilante de una estación de Tropigas, ubicada en La Cruz de Isleño, de Higüey, y unos 13 sometimientos por robo, atracos a mano armada y agresión agravada. Varios miembros de su banda cumplen condenas en la cárcel de Higüey.
En Villa Progreso, de Puerto Plata, murió en un enfrentamiento con disidentes de una banda de asaltantes que dirigía, Alfonso Melo, alias “Pitipúa”, de 25 años, quien según los archivos policiales había sido sometido y condenado por cargos de robo, asalto a mano armada, intento de homicidio y otros delitos.
En el sector Brisas del Yuna, de Bonao, fue muerto Diory Lora Vicioso (alía Toño), convicto de homicidio, robo y asalto a mano armada. Cumplió condena por habar causado lesión permanente departamento de la policía de Bonao, por homicidio y atraco en fecha 22 de marzo del año 2008, condenado a cinco años por causar lesión permanente a la señora Carmen Duarte Paulino, a quien despojó de una motocicleta.
Vínculado al convicto puertorriqueño, José David Figueroa Agosto, el alegado delincuente José Gabriel Cáceres Brito, apodado “Come Cenizas”, fue abatido por una patrulla policial apenas una semana después de haber cumplido una condena de cinco años. Habría disparado contra los agentes, tras ser sorprendido en la comunidad Platanal, de Cotuí, adonde se trasladó a cometer un homicidio, según los investigadores policiales.
El jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, explicó que, según la Antropología Criminal, del doctor César Lombroso, el delincuente puede ser esclavo de su herencia y por ende carente de discernimiento, intención y libertad, y que si en realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios, no cree por ello necesario secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, ni suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos”.
VARIAS BANDAS HAN CAÍDO DESDE EL 2012
En el caso de Vantroi, éste nunca de apartó de su tendencia criminal. Los vecinos de Los Pinos y La Fuente, de Guachupita, dicen que comenzó a llamar la atención de los medios de comunicación en enero del 2004, cuando la Policía presentó su fotografía, responsabilizándolo de la muerte del sargento de la FAD, José Villanueva.
Días antes, en el mismo lugar, mató a Carlos Aneudis Ramírez, de 20 años, hermano de Kelvin Ramírez, de 23, asesinado por su banda el 23 de septiembre del año anterior. Las acusaciones y sometimientos judiciales contra Vantroi datan desde 1995. Mientras la que dirigió Copelín en la región Este, según las autoridades, era una poderosa banda al servicio del crimen organizado dentro y fuera del país.
“Responsables de la muerte de decenas de personas por diferencias en actividades de narcotráfico, cobro de deudas y eliminación de testigos, casos que en su mayoría permanecen sin resolver y en la impunidad”, dijo Castro Castillo. Hace más de dos años que el cabecilla de una banda de narcotraficantes, llamado Junior Javier Minaya Germán, alias Gilbert, fue asesinado por una patrulla de la Policía, tras una encarnizada persecución de varias semanas.
Gilbert dirigía una pandilla de narcotraficantes y gatilleros a sueldo que mataron a varias personas, principalmente rivales del bajo mundo con los que se disputaban clientes y territorios. La reincidencia de este tipo de criminales en los mismos delitos ha sido un denominador común los últimos diez años en la República Dominicana.