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jueves, 1 de mayo de 2014

EE.UU. está perdiendo la guerra contra el narcotráfico, según jefes militares

WASHINGTON.- Los comandantes del Comando Sur y la Guardia Costera de Estados Unidos pintaron hoy un pesimista panorama en la lucha contra el narcotráfico en Latinoamérica por la falta de recursos, la fuerte demanda norteamericana y el perfeccionamiento de la logística de los cárteles.

La apertura de nuevas rutas de la droga que se consideraban cerradas, falta de recursos para interceptar cargamentos, gobiernos centroamericanos sobrepasados por la violencia de los cárteles y políticas que no ayudan a reducir la demanda en EE.UU. fueron algunos de los puntos más preocupantes destacados en una audiencia hoy el Congreso.

El general John Kelly, jefe del Comando Sur, que opera en Latinoamérica, y el almirante y comandante de la Guardia Costera, Robert Papp, reconocieron que la situación está empeorando y centenares de toneladas de droga se escapan a su control y llegan a las calles estadounidenses.

Pese a la buena marcha de la cooperación con los gobiernos latinoamericanos para romper la cadena del comercio de narcóticos desde su origen, "redes sofisticadas y globales" están consiguiendo introducir números récords de droga en EE.UU., el mayor demandante de este tipo de sustancias del mundo.

"La zona en la que luchamos (Latinoamérica) es el origen de las tres drogas más peligrosas en Estados Unidos, cocaína, heroína y metanfetaminas, que son producidas al sur de la frontera y transportadas en esta increíblemente eficiente red criminal en la que se puede traficar también con inmigrantes, armas o terroristas", explicó Kelly. El general dijo que solo obtiene el 5 % de los recursos en reconocimiento, inteligencia y vigilancia que considera que serían necesarios para intervenir cargamentos de drogas que viajan desde Sudamérica a Centroamérica y México por tierra, en avión, embarcaciones e incluso bajo el agua.

Del mismo modo, sus socios de la Guardia Costera cuentan con menos embarcaciones de las que requerirían, pese a lo cual han intervenido en los últimos cinco años más de medio millón de toneladas de cocaína, el doble que todas las demás agencias estadounidenses juntas.

Ese número representa solo alrededor del 20 % del tráfico de cocaína, droga que junto con la heroína y las anfetaminas son responsables de más de 40.000 muertes estadounidenses por sobredosis cada año.

"Cada vez estoy más preocupado por la situación en el Caribe", alertó el general Kelly, quien dijo que hay países en esa zona "al borde del precipicio", pese a estar haciendo un trabajo encomiable.

Según el general todo apunta que el corredor de la droga a través del Caribe va a seguir aumentando en tamaño y puso como ejemplo nuevos laboratorios de procesamiento hallados en la República Dominicana.

Además, el cultivo de amapolas para la producción de heroína se está incrementando en Guatemala, país que junto a Nicaragua y otros vecinos Centroamericanos se ha convertido en centro de producción de metanfetaminas y receptores de químicos precursores procedentes de China.

Los dos jefes militares que comparecieron hoy en el Congreso destacaron la importancia de ampliar la cooperación con países latinoamericanos y destacaron a Colombia como el ejemplo a seguir.

Kelly alabó la labor que realiza el gobierno Colombiano contra los primerísimos estadios de la producción y tráfico de drogas y afirmó que la aportación de recursos por parte de Estados Unidos fue clave para el país desde los 90 y lo puede ser para otras naciones que pasan por una situación similar.

"Los logros de Colombia son trabajo de ellos. Dieron la vuelta a la situación porque iban perdiendo de manera horrible y ya no tenían otra opción", explicó Kelly, quien recordó que ahora Colombia ofrece sus conocimientos otros países en la región.

Pese a todo, el almirante Papp coincidió con Kelly en la necesidad de enfrentarse al problema de las drogas "no solo desde la oferta pero también reduciendo la demanda".

En este sentido Papp dijo que la legalización de marihuana en algunos estados de EE.UU. es un mensaje contradictorio para los gobiernos latinoamericanos y provoca el aumento de la producción de otras drogas más duras.

"Nuestros socios latinoamericanos están dedicando mucha sangre en esta lucha y ven, además de movimientos de legalización, cada vez menos recursos destinados (desde Washington) a ellos", afirmó Papp.

"Algunos países latinoamericanos no son muy diplomáticos cuando me dicen en privado ¿qué diablos estáis haciendo?...si no ven compromiso por nuestra parte van a decir gastarse el dinero en otros problemas", explicó el jefe del Comando Sur.

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